Cuando se rompe

Así que es así como se siente. Un único golpe, rápido y seco.
Entonces todo se hace lento. Muy lento.
Te vas rompiendo poquito a poquito. Para que lo puedas sentir bien, para que sepas qué es el dolor.
Van cayendo tus pedazos. Muy, muy despacio. Te mueves, y vas dejando trocitos de ti por el suelo. Sin saber por qué además los pisas. Te retuerces, pero los sigues pisando.
Tu propia respiración te golpea y te castiga. Quisieras dejar de hacerlo sólo porque escuece. Mucho.
Caes de rodillas sin desfallecer. Agotada pero sin poder dormir, hambrienta pero sin poder comer.
La ausencia intenta rematarte. Tener un puñetazo de gracia no estaría mal. Pero ahora resulta que eres más fuerte que las piedras.
No quieres saber nada pero no se puede evitar saberlo todo. Aquello que nunca quisiste escuchar siempre resonará en tus oídos.
Las lágrimas caen tranquilas. No tienen ninguna prisa. Total, nadie las está esperando. Ni a mi tampoco.
El tiempo del corazón algún día mostrará compasión y dejará que todo vaya quedando atrás. Las heridas desinfectarán para que quede sólo una bonita cicatriz.
Diría que no me han roto el corazón, que sólo han sido las ganas. Pero mentiría. Todo aquello de lo que huía, por fin ha llegado. Fue jodidamente bonito mientras duró.