Mi Piedra

No sé cuantas veces me hice prometer que nunca más lo haría. Nadie sabe con qué fuerza he suplicado que no volviera a pasar. Y aún teniéndolo todo en mi mano, he vuelto a fracasar.

Entonces me pregunto el por qué, y la veo aquí, delante mía. Es mi piedra, reluciente y más grande que la última vez. No comprendo como ha llegado hasta mí, yo que creía haberla dejado lejos. Pero está aquí, pegada a mis pies, tan silenciosa como siempre. Pesa aún sin sostenerla en mis manos.

En un instante lo comprendo, como si siempre lo hubiera sabido. Nunca me separé de ella. Simplemente, evitaba mirarla. He estado huyendo sin darme cuenta. Bueno, al menos, haciendo que no me daba cuenta. Tan ignorante de mí misma, que ahora todo se vuelve a repetir. En realidad, no se repite, es que nunca ha cambiado.

He creado un plan tan rígido, que se me ha olvidado que tengo instintos, que me gusta volar...que, como cualquier niña, me puede la ilusión. Pensando que mi piedra estaba lejos, decidí ir hacia aquello contra lo que un día no pude. Lo pero de todo, es que hoy tampoco he podido.

Tan confiada, tan dueña de nada. Todo se me ha ido de las manos. Hay mucho alboroto a mi alrededor, y de nuevo estoy vacía, sólo porque me llené de humo. Mi estómago cerrado, noto el eco de mi corazón en los huecos de mi cuerpo. La ansiedad se ha atado a mis tobillos, y la sonrisa pesa tanto que me molesta.

Me siento en el suelo intentando respirar. No quiero que el mundo conozca lo que me está pasando. Aprieto los dientes sin darme cuenta...La tensión se ha hecho yo, y no encuentro postura que me consuele.

Al concentrarme, sólo me doy cuenta de una pequeña sutileza, un ligero cambio en el patrón. La piedra sigue ahí, pero hoy la acompañan mis lágrimas. Ya no estoy seca.