MudanzaS

Ha comenzado todo. Aquí, ahora mismo. Sentada en mi cama y sin moverme, todo ha comenzado.

Sería mucho más fácil sin pararse a mirar atrás y ver lo que se ha quedado en el camino. Pero no, esta vez no será así. Mi futuro no se merece pagar los dolores de mi pasado.

Siento la necesidad de cerrar bien todas las puertas y las ventanas antes de marcharme. Ah! No sé si lo había dicho...Me cambio de corazón.

No quiero que se sientan penas ni dolores. Quien quede atrás es porque nunca buscó estar delante. Yo tampoco lo puse en primera fila, supongo que terminará olvidándose.

Llevo un par de lunas llenas de retraso, pero se me complicó un poco la cosa cuando me derrumbé. Ligeramente más complicado cuando sólo tuve cerca un espejo que vomitaba verdades y que no tenía intención alguna de levantarme.

Es difícil tropezarse, que sangren las rodillas y no tener a nadie que te levante y consuele tus sollozos, pero sólo así fui capaz de darle la mano a la necesidad, y de reconocer muchas cosas, tan mías...La necesidad de volver a volar!

No me marcho a un corazón mejor, ni siquiera es más grande. Por eso, mi equipaje es tan pequeño. Pesa mucho por lo que vale, pesa mucho por lo que me hace valer a mí al sentirlo mío.

Este nuevo corazón es mejor porque no está roto. No tiene polvo, ni goteras, ni frío. Simplemente, está vacío. Ni penas ni alegrías, ni recuerdos ni sueños. Vacío, con todo lo que eso conlleva.

Es algo que suena triste sin serlo. Es un adiós y un hola haciendo eco. Es...simplemente...ES!

Finales

Aún desnuda, caminó hasta el salón y encendió el último cigarrillo que compartirían.
Los dos lo sabían, había llegado el final. Y si no lo sabían, daba igual. Ella se había quedado sin fichas, jugadora patológica.

Ya no quedaba guerra en la que pelear. Todas las cenizas habían volado lejos. Como Don Quijote, hace tiempo que pelean contra molinos de viento. A gritos, a mordiscos, a lágrimas.

Pero todo se terminó. Se han agotado los momentos por los que merecía la pena aguantar. Han muerto los besos que despertaban las mariposas. Y los que no, agonizan por rutina al abandonar los labios.

Tampoco quedan fuerzas. Ni cartuchos. Ni trincheras. Cualquier lugar parece mejor que esa cama. En cualquier otra parte es más fácil respirar.

Ella se acerca a la ventana y observa con atención la luna. Tan distante, tan pasajera, tan tierra de nadie.

Él sólo piensa en correr. Se apresura para coger su cinturón y mira a su alrededor. No quiere dejar huellas. No soporta la idea de dejar algo de él en el lugar de donde le echan. Espacio tantas veces recorrido y ahora tan extraño.

Ella sonríe, si él supiera que lo que abandona es su cárcel y su condena...

[[Cachitos de papel que aparecen de la nada]]