Tu miedo y mi miedo han decidido que esta noche sea la última. Han decidido enfrentarse y el empate técnico ha roto el suelo donde juntos pisamos. Al fin y al cabo siempre fue frágil, y siempre estuvo cerca del abismo.
Quizás no era el más cómodo, ni el más lujoso. Todas sus tuercas rechinaban, y los frenos siempre se lo pensaban dos veces, pero era lo mejor que yo te podía ofrecer.
No te esperó en el andén, porque el tren siempre debe ser puntual. Lo siento, pero esta vez que quede claro, el único que ha fallado aquí eres tu.
En el viaje que nunca harás, has perdido muchas cosas. Muchísimas.
Pero no pretendo que te des cuenta, y ojalá nunca lo hagas.
No quiero que acuses al tren de tus tardías cicatrices. No te lo perdonaría.
Es mi tren, y tú simplemente, lo has perdido.
Haces gala de una promesa rota. Creo que hasta podrías aparecer en el diccionario, ilustrándola.
"Yo quiero que te enamores de mi, y te prometo que lo conseguiré!"
- Ponte un pin chaval. Casi consigues que te deje intentarlo -
Con mucha (des) ilusión.
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